martes, 5 de agosto de 2008

ESCASES DEL AGUA EN COLOMBIA

La situación se ha ido agravando hasta llegar a que hoy en el mundo hay mil cien millones de personas que no tienen acceso al agua potable y dos mil 600 millones que carecen de saneamiento básico. Las Naciones Unidas han reconocido que estas carencias se han convertido en limitaciones muy graves para lograr mejoras en la calidad de vida y en un obstáculo poderoso en la lucha contra la pobreza, la enfermedad y el subdesarrollo y, por lo tanto, en una gran dificultad para cumplir las Metas del Milenio para el 2015. Satisfacerlas supone cambios radicales en nuestra relación con el agua y en la forma que la usamos y por consiguiente requiere un esfuerzo colectivo muy importante.

En días pasados se llevó a cabo la cuarta reunión del Foro en la Ciudad de México. Ella se asienta en lo que fue un maravilloso y productivo lago que desapareció poco a poco, al irse consolidando la frenética, atractiva y contaminada megalópolis de hoy. Ojalá que la premonición simbólica de lo que pasó en esa ciudad sirva de inspiración para evitar que siga sucediendo lo mismo a lo largo y ancho del mundo. La asistencia al Foro fue masiva, al igual que la presencia de grupos de organizaciones comunitarias de muy diversas proveniencias, que protestaron de manera ordenada y pacífica contra la "privatización del agua" y pedían la participación en su manejo.

El Foro destacó la dramática situación en el África, acosada por la sed y enfermedades de origen hídrico y en menor grado la de otras regiones del mundo. También registró un avance esperanzador en el aumento de los niveles de acceso al agua potable y ubicó el problema más apremiante en la calidad del agua y el saneamiento básico, temas en los cuales no se registra ninguna mejora significativa a pesar de los esfuerzos realizados. Por último, como si fuera poco, el manejo de ríos compartidos por varios países es terreno fértil para conflictos internacionales causados por un recurso cada vez más demandado y con peor calidad.

El panorama global dibujado fue el de la escasez, agravada por la pérdida de capacidad de soporte de los ecosistemas por la agresiva intervención humana sobre ellos y por la contaminación. Se avizora pues un mundo sediento. Para tratar de evitar que esta imagen se convierta en realidad, se planteó la necesidad de generar y difundir una nueva "cultura del agua" que le otorgue su valor simbólico y económico como elemento indispensable para la vida, el bienestar y el desarrollo y que estimule su conservación y su uso cuidadoso, dentro de una visión integral de la gestión del recurso, que hasta ahora ha sido fragmentada y parcial.

Este cambio cultural debe adelantarse mediante procesos formativos y educativos que cubran la totalidad de la sociedad y lograrlo constituye un reto de primera magnitud para los gobiernos. La racionalización del consumo, teniendo en cuenta las prioridades de los diversos usos, es también parte fundamental de la nueva cultura.

En cuanto a la cantidad de agua se enfatizó en la necesidad de encontrar nuevas fuentes, mediante novedosas tecnologías de tratamiento que permitan el reuso del o aprovechando la "cosecha" de la lluvia que ha probado ser muy eficaz en zonas rurales y poblaciones en diversos países y la desalación del agua de mar, que es la gran reserva futura y que ya se usa competitivamente en muchos países con limitaciones de agua dulce. Estas nuevas fuentes y otras por desarrollar, son indispensables para superar el problema de la escasez.

La agricultura se percibe como un campo especialmente favorable para el ahorro de agua, ya que le corresponde cerca del 80 por ciento del consumo mundial y las técnicas tradicionales de riego son muy ineficientes, además de dañinas para los suelos. El uso de mejores técnicas y sistemas de riego eficientes ofrece un potencial muy importante de reducción en el consumo y de ahorro para los agricultores al permitirles reciclar los nutrientes. El reto consiste en producir más, empleando menos agua.

En lo que respecta a la calidad, tema tan preocupante como el de la cantidad por sus implicaciones sobre la salud y las posibilidades de uso del recurso, se destacó la urgencia de avanzar en el tratamiento de las aguas residuales urbanas e industriales, haciendo uso en lo posible de métodos bioecológicos y de cambios en las prácticas agropecuarias para reducir sus aportes contaminantes, en especial de agroquímicos que afectan aguas superficiales y subterráneas.

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